Es bastante común encontrarse con personas que diseñan gamificación (o sistemas de juego en general), pensando en los objetivos y en quienes van a ser las personas usuarias, pero sin contar con ellas durante una o varias etapas del diseño, e incluso sin tener clara una metodología.
Esto puede tener consecuencias graves en el éxito de la implementación, por lo que lo más recomendable es incluirlas, ya sea de un modo casual, preguntándoles o testando con ellas en algún momento, o mejor aún, esta necesidad se debería cubrir utilizando una metodología adecuada: centrada en el usuario (DCU), iterativa, y con una detallada descripción de las etapas a realizar, las actividades que hay que completar para resolver el proceso, las técnicas que hay que ejecutar para realizar los procesos y tareas y las herramientas para llevarlo a cabo.
Existen numerosas metodologías de diseño de gamificación están basados en métodos DCU (incluida mi propuesta la metodología Fun Experience Design), como los 18 estudiados por Mora, Riera, Gonzalez, & Arnedo-moreno, 2015 (figura 1), actualizados en otro estudio por Tondello, Kappen, Ganaba & Nacke, 2019 (figura 2). “Sin embargo, no hay técnicas de diseño ampliamente aceptadas, ni métodos de uso de UCD en gamificación.” (Chen, 2019). Este autor propone en su estudio treintaicinco guidelines para crear un sistema gamificado, que si bien no es una metodología en si misma, constituye una buena herramienta de reflexión, muy en la línea de las “lentes” de Jesse Schell.
Esta necesidad se debería cubrir utilizando una metodología adecuada: centrada en el usuario (DCU), iterativa, y con una detallada descripción de las etapas a realizar, las actividades que hay que completar para resolver el proceso, las técnicas que hay que ejecutar para realizar los procesos y tareas y las herramientas para llevarlo a cabo.
Es el mismo caso de Tondello et al., 2019, quienes además de estudiar los marcos existentes, proponen un marco de diseño y evaluación de aplicaciones gamificadas propio basado también en heurísticas.
Estos dos recientes ejemplos no son ni mucho menos los únicos. Existen numerosos antecedentes de heurísticas de evaluación de gamificación, como los siete estudiados por los mismos Tondello et al., 2019, (figura 3). Todos estos ejemplos conforman un buen modo para plantear unos principios en los que basarse y así un sistema gamificado cumpla unos requisitos de calidad mínimos, aunque queden lejos de poder considerarse una metodología.
Si nos dedicamos al diseño de sistemas de juego deberíamos usar una metodología, cualquiera de ellas, o una adaptación de una o varias según nuestras necesidades particulares.
Todas estas metodologías y heurísticas tienen puntos en común y elementos que las diferencian. En cualquier caso, todas han sido probadas por las personas que las han creado y han demostrado, con sus más y sus menos, su eficacia. Si nos dedicamos al diseño de sistemas de juego deberíamos usar una metodología, cualquiera de ellas, o una adaptación de una o varias según nuestras necesidades particulares. Esto nos permitirá realizar unos sistemas más alineados con las necesidades y motivaciones de nuestras personas usuarias, además de facilitarnos el trabajo, sistematizando procesos que de otro modo tendríamos que empezar desde cero en cada nuevo proyecto, siendo de este modo más eficaces y eficientes.