La experiencia de usuario (UX) se ha convertido en un factor esencial en el diseño de productos, servicios y, especialmente, en el mundo digital. Uno de los fenómenos más comunes en este campo es la tendencia a asociar lo novedoso con lo mejor. Esta obsesión por la innovación continua es una estrategia ampliamente empleada en la industria de los productos de consumo masivo, y, como no, en los videojuegos, donde se busca captar la atención de las personas usuarias mediante actualizaciones constantes, rediseños y fórmulas renovadas. Sin embargo, este enfoque no siempre es beneficioso, y en muchos casos, la pérdida de lo tradicional o clásico puede generar efectos contraproducentes tanto en la UX como el valor emocional de un producto e incluso en la preservación de la cultura.

El poder psicológico de la novedad

La atracción por la novedad está profundamente vinculada a los mecanismos de la curiosidad y la recompensa, estudiados en psicología. Los estímulos nuevos activan respuestas de exploración y curiosidad en el cerebro, lo que genera motivación y una percepción positiva hacia ellos. La novedad de los estímulos puede desencadenar una liberación de dopamina en el cerebro, incluso en ausencia de recompensas explícitas. Esta tendencia es aprovechada por la industria para mantener el interés su clientela mediante cambios continuos en los productos.

En el mundo de los productos de consumo masivo este fenómeno se explota de forma continua. Coca Cola tiende a hacer experimentos constantemente. En 2014, lanzó Coca-Cola Life, una bebida que buscaba atraer a personas preocupadas por la salud utilizando edulcorantes naturales como la stevia. Sin embargo, a pesar de la atención inicial que generó, el producto no logró desplazar a la Coca-Cola clásica, y fue descontinuado en muchos mercados debido a la falta de aceptación por parte de quienes la consumieron, que preferían el sabor original. En 2021 lanzó Coca-Cola Starlight, una versión limitada que prometía un sabor “inspirado en el espacio”. Aunque generó interés inicial, la falta de conexión emocional y funcional con las y los consumidores provocó que fuera rápidamente olvidada.

Lo mismo ocurre en el mundo del entretenimiento, especialmente en los videojuegos. Fortnite (Epic Games), actualiza regularmente su contenido con nuevas temporadas, colaboraciones con franquicias de alto perfil como Marvel y Star Wars, así como cambios en su jugabilidad. Si bien esto mantiene la atención de los jugadores a corto plazo, la saturación de cambios puede alienar a los usuarios más leales, quienes valoran la estabilidad en su experiencia de juego.

La ilusión de innovación: riesgos de la constante reinvención

La búsqueda obsesiva por la innovación puede llevar al «efecto de innovación inútil«, donde los cambios introducidos no mejoran significativamente la experiencia, sino que añaden complejidad innecesaria.

En sectores como la tecnología es fácil observar este fenómeno. La industria de los smartphones lanza modelos anuales con pequeñas mejoras incrementales que muchas veces no justifican el costo. Apple, por ejemplo, introdujo el iPhone 14 Pro en 2022 con funciones como Dynamic Island, pero muchos usuarios consideran que el modelo no aporta innovaciones significativas respecto a generaciones anteriores. La constante introducción de nuevas características puede llevar a la fatiga del consumidor, lo que reduce la sostenibilidad del producto y su valor percibido a largo plazo.

En videojuegos, un ejemplo notable es League of Legends (Riot Games), que recibe actualizaciones frecuentes para balancear personajes y mecánicas. Aunque esto busca mantener el interés de los jugadores, generan frustración en respuesta a los cambios constantes en las mecánicas del juego y los desafíos asociados con la interacción en un entorno competitivo. Las constantes actualizaciones y el sistema de clasificación afectan la cohesión de los equipos y contribuyen a una fragmentación de la comunidad, afectando a la retención.

La pérdida de lo tradicional y el riesgo cultural

Enfocarse exclusivamente en lo nuevo también tiene un impacto significativo en la preservación de tradiciones y elementos culturales. Como ejemplo, se evidencia claramente en la gastronomía, donde los alimentos procesados y las recetas estandarizadas reemplazan prácticas tradicionales. La proliferación de cadenas de comida rápida y productos industrializados ha provocado que sabores locales sean reemplazados por fórmulas globales que priorizan la eficiencia sobre la autenticidad. La globalización culinaria pone en peligro la diversidad gastronómica, especialmente en comunidades rurales, y cómo esto afecta tanto a la cultura como a la salud de las personas.

Otro ejemplo claro sería la industria de la moda. La moda rápida ha desplazado prácticas artesanales como el tejido a mano o el teñido natural que, aunque más lentas, ofrecían una conexión profunda entre el creador y quien la consume. La industria de la moda rápida se apropia de técnicas y diseños tradicionales sin reconocer a las comunidades originarias, lo que no solo perjudica económicamente a los artesanos locales, sino que también erosiona su identidad cultural.

Al priorizar la novedad y el cambio constante, los productos pierden parte de su valor emocional y simbólico, lo que los hace menos significativos para los usuarios.

Lo clásico como experiencia satisfactoria

En contraste, los productos y servicios que mantienen su esencia y evitan cambios innecesarios tienen el potencial de generar una relación emocional más profunda, confiable y duradera con los usuarios.

En el ámbito de productos tradicionales, Levi’s 501, un modelo de pantalones que prácticamente no ha cambiado desde 1873, sigue siendo popular. La familiaridad de un diseño clásico puede generar una conexión intuitiva y emocional con el usuario. Asimismo, IKEA ha mantenido su estantería Billy prácticamente inalterada desde 1979, convirtiéndola en un icono de simplicidad y funcionalidad.

Minecraft (Mojang studios) es un ejemplo destacado en la industria de los videojuegos. Desde su lanzamiento en 2011, el juego ha introducido actualizaciones, pero su esencia permanece intacta. Esta consistencia es clave para su éxito duradero, ya que permite que los jugadores se sientan familiarizados con el entorno, fomentando un vínculo emocional fuerte. Este enfoque contrasta con otros juegos que se ven atrapados en la necesidad de reinvenciones constantes para mantener el interés del público.

Conclusión: el equilibrio entre novedad y tradición

En definitiva, la UX no debe depender exclusivamente de la novedad o la tradición, sino de un equilibrio que valore las necesidades emocionales y funcionales del usuario. Aunque la novedad puede atraer atención y generar expectativas, lo tradicional tiene el poder de generar una experiencia estable y profundamente significativa. En lugar de seguir la obsesión por el cambio constante, las marcas y quienes diseñan deben reconocer que lo familiar y lo clásico no solo sigue siendo relevante, sino que puede ofrecer una experiencia emocionalmente enriquecedora que no puede ser reemplazada por la innovación superficial.

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